Cuando la Naturaleza le ofrece al hombre la belleza,
el alimento, el agua, el aire, la tierra fértil, la luz y todos los elementos
que componen la vida en el planeta Tierra, lo hace sin vanidad ni orgullo, sin
proclamas ni premios. Todo lo da, por igual, en el mismo acto de existir y, en
ese dar, le ofrece ademas, la gran enseñanza de la humildad . El hombre que
vive en armonía con la naturaleza es humilde, pues la humildad es el reflejo de
lo natural.
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