Pitágoras
hablaba de la música de las esferas porque comprendía que cada diminuta
partícula del universo vibra y crea a través de sus vibraciones luz y sonido.
Cada
vibración tiene su propio color, su propio reflejo luminoso y su propio sonido,
y cada uno de sus aspectos es intercambiable. Las vibraciones son el alma de la
luz y el sonido, manifestaciones del espíritu que los genera, el cual es
invisible e inaudible para nosotros.
Nuestras
almas vibran. Hechas con sustancia universal, son tan reales como cualquier
otro tipo de materia. Nuestra carne, nuestros huesos también están hechos con la sustancia universal; solo que
son más densos.
Al estudiar el principio de la vibración sabemos que, cuanto más alta es la vibración, más sutil es la masa, y cuanto más baja es la vibración, mas sólida la masa.
Nuestras
existencias están en movimiento y, como
seres humanos, vibramos con suma rapidez. Vibramos a alta velocidad porque
tenemos mente, una organización que nos rige mediante la cual dirigimos las
vibraciones del cuerpo. Esa organización directriz es el proceso del
pensamiento, el cual abarca no solo el proceso de pensamiento consciente, sino
también el pensamiento subconciente e, yendo más lejos, el conocimiento
holístico proporcionado por la mente paraconciente...
La senda de la meditación
J. Schwarz
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