El origen de muchos de nuestros males está en el
desconocimiento de las leyes que rigen nuestra existencia, más allá de la
creación humana. Por ejemplo: desconocemos el alcance de una Ley como la de
Causa y Efecto en nuestra existencia; cuál es el peso de nuestras emociones, de
nuestro pensamiento y de nuestro verbo sobre lo que llamamos destino.
Cuando no sabemos; cuando pecamos de ignorantes, solemos
culpar a cosas fuera de nosotros -culpamos a Dios, al destino mismo, a las
circunstancias- sin reparar en la responsabilidad directa que tenemos sobre los
hechos que aparentemente nos abaten.
No hay comentarios:
Publicar un comentario