El conocimiento
espiritual nos libera de la ignorancia, nos da libertad, esa libertad de
nosotros mismos; digo de nosotros mismos porque, casi siempre somos esclavos de
nuestros temores, de resentimientos, de complejos; nos encontramos esclavizados
por la ambición, por aparentar lo que no somos. A veces la envidia envenena
nuestras vidas; la soberbia, la avaricia, la crítica, la condena y, sobre todo,
cuando estas cosas nos vienen de otros. Casi siempre, la ignorancia de cuáles
son las causas que mueven los acontecimientos en nuestras vidas, también nos
hacen inseguros para vivir y sobre todo, la incertidumbre debilita nuestro
deseo de vivir.
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