La gente, en general, no puede vivir sin algún género
de creencia religiosa, pero en beneficio de la verdad que ellas
inconscientemente buscan, habría que someter a su consideración mental o grado
de comprensión espiritual un tipo de ideal, de religión o de creencia que no
las ligara a ningún compromiso de caracter sicológico, que no torturara su
ánimo con imágenes y presentaciones dogmáticas de la Verdad o sumiera sus
espíritus al terror de las consecuencias de las malas acciones.
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