Soy un miembro de la familia humana; estoy relacionado (a) a aquellos y aquellas que permanecen próximos a mí… por el aire que respiramos… por la luz que compartimos… la esperanza que tenemos por un mundo mejor.
Tengo la responsabilidad de dar… de recibir… de ser abierto (a), tolerante, libre. He heredado este mundo de aquéllos que han vivido antes… ocupo un espacio y un tiempo por unos pocos breves años. Se me confía este mundo en custodia para aquéllos que seguirán. Mi vida –con la de los demás- puede dar forma a este mundo, conduciéndolo hacia la Paz, y no hacia la lucha… hacia la esperanza y no hacia la desesperación… hacia la libertad y no hacia la esclavitud.
Yo, con quienes me rodean, puedo convertir a la Hermandad de los hombres, de las mujeres, en una realidad viviente.
Consagro mi espíritu dispuesto a este pensamiento. Lo lograremos todos juntos.
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