Hay una “máxima” que dice: Que “mientras más cerca estamos de la Luz más terribles se ven nuestros defectos y carencias” (nos referimos a Venezuela como entidad o como Ente, cuyo cuerpo es lo territorial, sus órganos las instituciones y sus células, todos los venezolanos…).
Creemos que ahora se nos revela mejor que nunca, las horribles marcas de nuestra “piel”, iluminadas por esa extraordinaria Luz: “La Luz de Dios que nunca falla…”: o damos la espalda a la verdad que representan los estigmas, imperfecciones, etc., de nuestra personalidad, huyendo despavoridos hacia la cómoda oscuridad en la que vivimos antes; o, avanzamos hacia esa Luz (conocimientos, conciencia socialista, etc.), dispuestos a quemar (léase, purificar, trasformar) esas marcas espantosas en el Fuego Divino del Propósito de Dios para la Humanidad, para VENEZUELA, en este caso…
Bueno, la cosa es que es una “prueba”, que Dios nos pone. Lo vemos así: La Luz proviene de arriba, del Cosmos, de la Jerarquía Espiritual Planetaria (Dios…). Somos (Venezuela) una inmensa pirámide con vida propia (un Grupo de Almas), formada por ladrillos (cada una de sus individualidades) que ocupan el lugar que les corresponde en dicha pirámide, según su estado de conciencia y responsabilidad, y su misión en la Tierra …
Los acontecimientos y experiencias buenas y malas que experimentamos a diario, son “los Maestros del Camino” de nuestra vida que nos ayudan y enseñan a desarrollar la conciencia y la responsabilidad con el país, Venezuela, nuestra “Madre”, para que cumplamos nuestro deber y nuestra parte en el Plan de Dios para la Humanidad como un todo. Reflexionemos…
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