LA GRAN INVOCACIÓN
Del Maestro
Djwhal Khul o Maestro Tibetano. Alice A. Bailey
La belleza y la fuerza de esta Invocación reside en su sencillez y en que expresa ciertas verdades esenciales, que todos los hombres aceptan innata y normalmente:
La verdad de la existencia de una inteligencia básica a la que vagamente damos el nombre de Dios.
La verdad de que detrás de todas las apariencias externas, el Amor, es el poder motivador del Universo.
La verdad de que vino a la Tierra una gran Individualidad, llamada Cristo por los cristianos, que encarnó ese amor para que pudiéramos comprenderlo.
La verdad de que el amor y la inteligencia son ambos efectos de la Voluntad de Dios.
Y finalmente la verdad eminente de que el Plan divino sólo puede desarrollarse a través de la Humanidad misma.
Esta invocación es una plegaria mundial; expresa la necesidad de la Humanidad, llegando directamente a la Mente y el Corazón de Aquel en Quién Vivimos, nos Movemos y Tenemos el Ser.
Las tres primeras líneas: “Desde el punto de Luz en la Mente de Dios Que afluya luz a las mentes de la humanidad Que la Luz descienda a la Tierra”, se refiere a la Mente de Dios como punto focal para obtener Luz divina. Esto concierne al alma de todas las cosas, con su máximo atributo de iluminación. La Luz es energía activa.
Cuando decimos: “Que afluya luz a las mentes de los hombres, que la Luz descienda a la Tierra”, expresamos una de las grandes necesidades de la humanidad, que consiste en iluminar las mentes humanas a fin de que vean las cosas tal cual son y comprendan los correctos móviles y la forma de establecer rectas relaciones humanas.
Las tres líneas de la segunda estrofa: “desde el punto de Amor en el Corazón de Dios, que afluya Amor a los corazones de los hombres, que Cristo retorne a la Tierra”, concierne al Corazón de Dios y se refiere al punto focal de Amor. El corazón del mundo manifestado, es la Jerarquía Espiritual, ese Gran Agente transmisor de amor a toda la creación. El Amor debe fecundar a la humanidad, con la cualidad de la comprensión amorosa. El odio y la herejía de la separatividad serán reconocidos como consecuencias de nuestra ignorancia, e innumerables hombres y mujeres de todos los países, se unirán en grupos para promover la buena voluntad y establecer, rectas relaciones humanas.
En las tres líneas de la tercera estrofa: “Desde el Centro donde la Voluntad de Dios es conocida, que el propósito guíe a las pequeñas voluntades de los hombres, el propósito que los Maestros (La Jerarquía Espiritual Planetaria) conocen y sirven”, tenemos una plegaria para que la voluntad humana pueda estar acorde con la Voluntad Divina, aunque no sea comprendida, la cual, se expresa en términos humanos de buena voluntad y firme determinación de establecer rectas relaciones humanas.
Las tres líneas de la cuarta estrofa: “Desde el centro que llamamos la raza humana, que se realice el Plan de Amor y de Luz y selle la puerta donde se halla el mal”, indican el arraigo de todos estos Poderes en la humanidad, aquí y solo aquí reside la promesa del futuro, su esperanza y su oportunidad. Aquí y solo aquí todas las cualidades divinas en tiempo y espacio pueden expresarse y cumplirse. Aquí y solo aquí, en la tierra, pueden verdaderamente nacer el amor, actuar correctamente la inteligencia, y la Voluntad de Dios demostrar su buena voluntad efectiva.
Pongamos especial énfasis sobre la última línea de esta estrofa: “Y selle la puerta donde se halla el mal”: la humanidad mantiene abierta esta puerta por sus deseos egoístas, odio y separatividad, por su codicia y sus barreras raciales y nacionales, por sus bajas ambiciones personales, etc. A medida que la buena voluntad y la luz afluyen a las mentes y corazones de los hombres, las malas cualidades y energías dirigidas que mantiene abiertas las puertas del mal, cederán su lugar al anhelo de establecer rectas relaciones humanas y fortalecer la Voluntad al Bien, para que el Plan de Dios para la Humanidad empiece, definitivamente a manifestarse… Reflexionemos…
Invoquemos y evoquemos: La Gran Invocación.
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