Debe ser verdadero tu pensamiento respecto de los demás. No pienses de ellos lo que no te conste, ni supongas que ellos, te tienen de continuo en su Mente.
Si una persona hiciere alguna cosa que tú creas puede causarte daño, o dijere algo que creas se refiere a ti, no pienses enseguida: “Este quiere ofenderme”. Muy probable es que ni siquiera haya pensado en ti; porque cada Alma tiene sus propias dificultades, y sus pensamientos, giran principalmente en torno de sí misma.
Si alguna persona te hablare coléricamente, no pienses: “Me odia, trata de perjudicarme”. Probable es que cualquiera otra persona o cosa le haya puesto iracundo, y por haberte encontrado descargue sobre ti su cólera. El está actuando estultamente, porque la ira es tontería, mas no por eso te es lícito pensar erróneamente de él.
Cuando llegues a ser discípulo del Maestro, podrás siempre verificar la exactitud de tu pensamiento comparándolo con el suyo.
Porque el discípulo es uno con su Maestro, y basta con que eleve su pensamiento, hasta el pensamiento del Maestro, para percibir inmediatamente si concuerda con El. Si no está de acuerdo, su pensamiento no es correcto y lo cambiará instantáneamente, porque el pensamiento del Maestro es perfecto, pues El, lo sabe todo.
Aquellos quienes todavía no han sido aceptados por El, no pueden hacerlo así por completo; pero mucho podrán ayudarse deteniéndose a menudo y proponiéndose la pregunta: “Acerca de esto, ¿qué pensará el Maestro? En esta circunstancia: ¿qué haría, o qué diría el Maestro?” Porque jamás deberás hacer, o decir, o pensar, aquello que no puedas imaginar que el Maestro haga, diga o piense.
Debes igualmente ser verídico en la conversación, preciso y sin exageración.
Nunca atribuyas motivos a otro; sólo su Maestro conoce sus pensamientos y podría suceder que aquel actúe por razones que jamás hayan pasado por tu Mente.
Si oyeres palabras de descrédito para alguien, no las repitas; podrían no ser ciertas y, aunque lo fuesen, es más caritativo callar. Reflexiona bien antes de hablar para que no digas inexactitudes.
Sé sincero en la acción; nunca pretendas aparecer diferente de como realmente eres; porque toda simulación es un obstáculo para la Luz pura de la Verdad, que debería resplandecer a través de ti como la luz solar refulge a través de un limpio cristal.
Aprende a distinguir entre lo egoísta y lo desinteresado. Porque el egoísmo tiene muchas formas, y cuando crees haberlo destruido por fin en una de ellas, surge en otra, tan fuerte como siempre.
Pero gradualmente, estarás tan lleno del pensamiento de ayudar a los demás, por lo que no tendrás ya lugar ni tiempo para pensar en ti mismo.
Tienes aún que usar el discernimiento en otra forma: aprende a descubrir a Dios en cada uno y en todas las cosas, por malos o malas que puedan aparecer superficialmente.
Puedes ayudar a tu hermano mediante aquello que tienes de común con él, que es la Vida Divina. Aprende el modo de despertar aquella Vida en él; aprende a hacer un llamamiento a esa Vida en él, y de esta suerte salvarás a tu hermano del mal.
Alcione
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