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miércoles, 14 de septiembre de 2011

Técnicas y disciplinas- Sexta lección Agni yoga


A G N I     Y O G A


PARTE   S E I S
LAS TECNICAS Y LAS DISCIPLINAS

           
Este estudio someterá a la consideración del atento estudiante algunas nuevas ideas con respecto a la vida sicológica del hombre, que pese a su novedad y aparente contradicción con todas las normas establecidas como guías de la conducta social humana, deberían ser analizadas con mucho cuidado y no negarse sistemáticamente a analizarlas por razones obvias, tales como las de que ya se ha establecido un régimen de disciplina o de conducta que nos agrada y que, por tanto, no deseamos cambiar. Todo ello será tenido en cuenta a medida que estudiamos, pero habrá que hacerse un énfasis especial a cuanto hemos venido diciendo en lecciones anteriores en el sentido de que dentro del corazón humano existe un movimiento natural o espiritual en eterno proceso de expansión cíclica y que la mente, que fragua todas las disciplinas y todas las normas de vida, no deberá detenerse en ningún momento sobre cualquier canon de orden intelectual establecido como norma de valores sicológicos si es que persigue una meta realmente importante y de carácter trascendente, a fin de que no quede amortiguado el fuego expansivo de aquel movimiento natural en la vida de la humanidad.
           
Así, de esta manera, no deberemos cualificar al AGNI YOGA como una nueva disciplina impuesta a la mente para conquistar ciertos estados de conciencia, sino más bien  distinguirlo como un sistema natural de acercamiento a la Verdad, la cual no ha de ser conquistada a la fuerza de disciplinas, sino que debe ser profundamente descubierta siguiendo en forma serena y expectante el incesante despliegue de energías que surgen del corazón y tratan de explayarse en lo eterno.
           
Esta será perpetuamente el misterio que discurre entre la inmanencia y la trascendencia del alma humana y la raíz de todos los sistemas de contacto que los hombres han elaborado a través de las edades. La culminación de un estado de conciencia, el logro de un arquetipo racial o la realización del prototipo de una especie cualquiera en la vida de la naturaleza, indican siempre grados de contacto de la inmanencia de la Divinidad encerrada en cada una de las partículas o fragmentos  de su propio Ser dentro de cárceles de forma, con la Trascendencia esencial de Su Vida Creadora. Lo mismo podría ser dicho con respecto a los átomos que constituyen las células y los órganos de nuestro cuerpo, caso de que ellos -tal como así lo aseguran los tratados esotéricos- tengan  conciencia de su ser, es decir, de su sentido de inmanencia con respecto a nosotros que constituimos su absoluta meta trascendente. Así, la leyenda de Krishna, el Creador , y de Arjuna, el discípulo inmerso dentro del campo de la Creación, constituirá siempre el símbolo de las vinculaciones existentes entre lo inmanente y lo trascendente dentro del alma humana.
           
Las disciplinas en la vida personal conducentes a la realización de un objetivo definido en la vida sicológica del ser tales como la concentración mental, el logro de un buen carácter o el control de la naturaleza emocional, son correctas si el ánimo individual es consciente de su propia inmanencia y sabe perfectamente los motivos que le impulsan a buscar su esencial trascendencia. Fue de esta manera que surgieron a través del tiempo los Yogas conocidos y todos los sistemas de entrenamiento espiritual. Sin embargo, los Yogas así como todas las disciplinas de vida tendientes a un acercamiento espiritual del ser humano, cambian en el transcurso de las edades y deben ser periódicamente reemplazadas por otras cuando se advierte que ya han cumplido su objetivo o meta prefijada.
           
Lo erróneo sería mantener contra todo evento las técnicas trascendidas de contacto espiritual, sea porque ellas resultan más fáciles de realizar que las nuevas que la presión de la vida va imponiendo, o porque debido a las situaciones kármicas nos sentimos atados todavía a aquellos sistemas tradicionales. Desde el ángulo supremamente elevado e intuitivo  y por tanto impersonal, la humanidad inteligente deberá haber trascendido ya el Hatha Yoga, el Yoga del cuerpo físico, y el Bakti Yoga, el Yoga de la naturaleza emocional. No obstante,  son muchos todavía los aspirantes espirituales del mundo, algunos de ellos verdaderamente cualificados, preocupados aún por las prácticas físicas de los Asanas o posturas del cuerpo a adoptar en las disciplinas de Hatha Yoga, cuando la natural disciplina de la vida cotidiana que ya de si misma exige un esfuerzo definido e insoslayable, o la práctica del deporte, compensan sobradamente el mínimo de entrenamiento que exige el cuerpo físico actual, muy perfecto y refinado en sus funciones, con respecto al tosco cuerpo que utilizaron las primitivas humanidades Lemures para las cuales fueron creadas las disciplinas del hatha Yoga.
           
Lo mismo puede ser dicho siempre desde el ángulo del discipulado consciente para el cual ha sido dada esta enseñanza en relación con las disciplinas del Bakti Yoga, puestas al servicio de las humanidades Atlantes y que todavía hoy continúan siendo las bases del entrenamiento de muchísimos aspirantes espirituales de temperamento acusadamente místico o devocional... A la humanidad consecuente de nuestros días, constituida fundamentalmente por seres humanos dotados de gran experiencia espiritual, le corresponde lógicamente un entrenamiento mental basado en las técnicas del Raja Yoga, el Yoga correspondiente a la Raza Aria en su conjunto, ya que es a través de la mente que los seres humanos que han nacido bajo la impresión de los nuevos tiempos podrán controlar sus naturalezas emocionales y equilibrar las funciones fisiológicas de sus cuerpos físicos.
           
Cada Raza, con sus siete subrazas, obtiene de la Divinidad el privilegio de un definido Yoga racial, o de un sistema de entrenamiento espiritual destinado a producir determinados y específicos resultados. Sin embargo, pese a la actividad de esta Ley racial, existen efectos kármicos de orden superior que predisponen el ánimo de ciertas personas a rebasar la medida del Yoga impuesto por la Divinidad para un ciclo determinado de vida racial... Para estas personas que vienen a ser como la eclosión de ciertas virtudes divinas dentro del corazón humano, no puede existir imposición alguna con respecto a las disciplinas del Yoga racial que corresponde a un ciclo astrológico determinado. Han habido así, a través del curso de la historia planetaria, seres humanos que participaron de los beneficios de Yogas superiores a los que regían grupalmente para la humanidad de una época cíclicamente establecida.
           
Estos seres humanos avanzaron mucho más rápidamente que los demás y se convirtieron en guías serenos y cualificados de las demás individualidades de la Raza. Ya como discípulos capacitados o como verdaderos Iniciados en la Ciencia del Yoga, cuyos misterios conocían perfectamente, tales individualidades humanas cumplieron con la consigna jerárquica de “reflejar objetivamente el Reino de Dios” y demostrar la existencia de Yogas superiores a los que eran practicados en cada una de las épocas.
           
Avizorando el conjunto de la humanidad, sería ilógico relegar al olvido algún Yoga definido porque sus fases de entrenamiento o de disciplina fueron trascendidas por una gran mayoría de la Raza humana, ya que dentro de la totalidad del complejo racial se ven todavía muchísimos seres humanos cuyo grado de evolución les impide acogerse a las disciplinas o sistemas de entrenamiento espiritual vigentes para aquella época y deben recurrir forzosamente a las técnicas o métodos de tipo menor que corresponden a su estado sicológico y grado de integración espiritual.
           
Dense cuenta, sin embargo, que en esta Enseñanza del Agni Yoga intento hablar mayormente al grupo de aspirantes espirituales en rápido crecimiento, para los cuales resultan ya inadecuadas, estrechas y condicionantes las estructuras representativas de los Yogas del pasado. Como siempre, ”... hay que darle a Dios lo que es de Dios y al César lo que sea del César”. El César impuesto al común de la Raza tiene sus propias y naturales exigencias en lo que al Yoga respecta y no puede rebasar ciertas medidas, las impuestas lógicamente por la presión de los acontecimientos kármicos y por el grado de apego a los valores materiales.
           
Dios operando sobre el César trascendido de algunos seres humanos tiene otras exigencias, ya que el rigor del karma es menor y es más profunda y completa la integración espiritual. Las disciplinas impuestas al César humano por los propios condicionamientos naturales o grados de evolución alcanzado, perpetúan en la vida social del planeta los Yogas trascendidos por la época. Por el contrario, los seres humanos cuyo César fue desgastado en el transcurrir de las edades por el sostenido esfuerzo y las más costosas disciplinas, agotaron los recursos naturales del entendimiento concreto o racional y apoyándose sobre esta conquistada experiencia humana claman por un Yoga superior, más allá y por encima de todos los demás Yogas trascendidos. Es para este creciente número de aspirantes espirituales inmersos en el devenir de la acción creadora que fue dado al mundo el Yoga del corazón, el Yoga de Síntesis.
           
Agni Yoga representa en los momentos actuales la eclosión de las facultades superiores que corresponden a las almas avanzadas de la Raza humana, así como el descubrimiento de un nivel en la vida de la Naturaleza y dentro del corazón en el que sólo se respira paz, fraternidad y equilibrio. Es el equilibrio del Cuarto Rayo que ya no será para el discípulo el de la Armonía del corazón silente de la Divinidad expresada a través del hombre.


Desde mi corazón, la Paz y el Amor de Cristo-Jesús, sea en tu corazón.


Por: Vicente Beltrán A.: Hermano Mayor


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