¿Cómo podemos expresar, clara y simplemente, la meta de este esperanzado nuevo orden mundial y expresar brevemente el objetivo que cada persona y nación debería mantener ante si? Seguramente cada nación, grande o pequeña (con derechos iguales, proporcionales a las minorías), debería seguir su propia cultura individual y lograr su propia salvación como mejor le parezca, pero todas y cada una, deben llegar a comprender que son partes orgánicas de un todo corporizado y deben contribuir a esa totalidad con todo lo que poseen y son. Este concepto acarrea una gran responsabilidad. Cuando estos conocimientos sean inteligentemente desarrollados y sabiamente manejados conducirán a las rectas relaciones humanas a la estabilidad económica (basada en el espíritu de compartir) y a una nueva orientación del hombre hacia el hombre, de una nación a otra y de todos a ese poder supremo, denominado Dios.
Alice A. Bailey
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