Esta Ley nos
enseña que nada en el Universo ocurre casualmente; todo tiene una causa
específica. Lo que llamamos casualidad es solamente aquello cuyas causas
permanecen desconocidas, pero no es posible que exista algo aparte y fuera de
las leyes, ya que esta fuerza será independiente y superior al Universo.
Aplicando a la ley de causación—en el principio del ritmo, podemos decir que la
magnitud de un efecto es siempre equivalente a la importancia de la causa que
lo genero. Existen dos planos básicos: el de las causas (superior) y el de los
efectos (inferior), y en su vida cotidiana el ser humano conoce este último.
Vivimos en el mundo de los efectos, y solo el hermetista, que es un discípulo u
ocultista estudioso y dedicado, que realiza estas enseñanzas, puede conocer las
causas ocultas de los hechos.
La
manifestación más conocida de la
causalidad es lo que el hinduismo divulgó— con el nombre de Karma, palabra que
conservaremos, por ser muy adecuada. El Karma pretende explicar la relación que
existe entre los sucesos que le ocurren a un individuo y sus acciones del
pasado, ya sean de esta vida o de una anterior, y contrariamente a lo que se
cree, no siempre es negativo, sino que también existe un Karma positivo, el
cual equivale al resultado de nuestras buenas acciones del pasado. La Ley del
Karma está íntimamente ligada al fenómeno de la reencarnación, proceso cuya
veracidad no pretendemos ni deseamos demostrar. Les diremos que el hermetismo
no se debe creer o dejar de hacerlo; simplemente se entiende o no se entiende.
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