La Meditación es el resultado inevitable del proceso de evolución, del impulso hacia
la perfección. Un ser humano no puede vivir y crecer sin respirar. La
respiración es vida para el cuerpo. La Meditación es un género de respiración, y es
imposible vivir el Sendero Espiritual del Discipulado y de la Iniciación sin la Meditación.
Cuando
el hombre promedio entra en el Sendero, siente un gran impulso, un gran ímpetu
para meditar; la bellota humana siente en sí las fuerzas de la naturaleza y
quiere destruir todas las limitaciones, volverse liberada, y encontrar su
camino hacia la luz, el amor y el poder del mundo interior.
Los
aspirantes degeneran y mueren espiritualmente sin meditación apropiada, pero
florecen e irradian más vida cuando meditan. La meditación es la respuesta a un
llamado interior, al llamado del futuro. Algún gran imán libera y evoca en tí
la luz oculta y te convoca, una etapa tras otra, hasta que encuentran dentro de
tí al primer gran imán, tu Alma, el Ser esencial que tú eres: imperecedero e
infinito. Permanente.
Se
nos dice que el Alma dentro de nosotros, la Luz o Energía, que permite que caminemos,
respiremos, pensemos, maduremos, etc., o sea, que vivamos, o que nos expresemos
en este mundo, está en meditación
contínua y que su meditación se dirige dentro de ambos mundos: el mundo
objetivo o de la forma, o físico, o sea el mundo de la personalidad y el mundo
subjetivo o abstracto, el mundo interno, o sea, el mundo del espíritu.