Solamente dos clases de seres existen en todo el mundo: los que conocen y
los que no conocen; y este Conocimiento es lo que importa.
La religión que un hombre profesa, la raza a
que pertenezca, no son cosas importantes; lo único que realmente importa es
este Conocimiento: el Conocimiento del Plan de Dios para los hombres. Porque
Dios tiene un Plan, y este Plan es la Evolución.
En cuanto el hombre ha comprendido este Plan y
lo conoce realmente, no puede menos que colaborar en El e identificarse con sus
designios; tan gloriosos son como bellos.
Así pues, en virtud de este
Conocimiento, se hallará de parte de Dios erigiéndose en sustentador del bien y
opositor del mal; trabajando por la Evolución y no por el interés propio.
Si estás de parte de Dios, eres uno de los
nuestros, y nada importa que te llame hinduista, budista, cristiano o
mahometano; que seas indio o inglés, ruso o chino. Quienes están de Su parte,
saben por qué están allí y qué deberían hacer, y están tratando de hacerlo.
Todos los demás ignoran aún lo que
deben hacer y, por consiguiente, a menudo actúan neciamente y tratan de
inventar procedimientos que creen puedan serles agradables, sin darse cuenta de
que todos somos UNO y de que, por tanto, sólo aquello que el UNO quiere, puede
siempre ser placentero para cualquiera.
Van ellos en pos de lo irreal y no de lo real;
hasta que hayan aprendido a distinguir entre los dos, no podrán inclinarse
hacia la parte de Dios. Por tanto, este discernimiento es el primer paso.
Más aún después de hecha la elección, debes
recordar todavía que entre lo real y lo ilusorio hay muchas variedades y que se
debe discernir todavía entre lo recto y lo erróneo; entre lo que tiene
importancia y lo que no la tiene; entre lo útil y lo inútil; entre lo verdadero
y lo falso; lo egoísta y lo desinteresado.
No debería ser difícil la elección entre lo
recto y lo erróneo, puesto que aquellos que quieren seguir al Maestro, han
decidido practicar el bien a toda costa.
J.K.
No hay comentarios:
Publicar un comentario